Un estudio afirma que es necesario realizar análisis de sangre para predecir el riesgo cardiovascular.

La obsesión por la asociación entre la grasa corporal y el riesgo cardiovascular podría no estar justificada, a tenor de un estudio publicado hoy en The Lancet, que afirma que la obesidad, si no va acompañada de otros factores de riesgo, no se puede utilizar para predecir la posibilidad de sufrir un infarto u otras enfermedades coronarias. El trabajo, en el que se han recopilado datos de estudios prospectivos (que evalúan a grupos de individuos durante mucho tiempo) con más de 220.000 participantes deja claro, así, la importancia de realizar un análisis de sangre siempre que se pueda, antes de basarse sólo en la obesidad del participante.

El colesterol, la tensión arterial o la diabetes son más importantes

Además, los autores desmienten una creencia establecida por un estudio anterior: que la medida de la cintura era un mejor indicador del riesgo cardiovascular que el índice de masa corporal (IMC, el parámetro más utilizado para definir la obesidad). Sin embargo, los propios autores se muestran cautelosos con la interpretación de sus resultados. «Hay que hacer una lectura cuidadosa«, comenta el endocrino del Hospital Clínico de Madrid Miguel Ángel Rubio, coordinador de uno de los 58 estudios analizados en el trabajo, el DRECE. Para este experto, este resultado está lejos de significar que la obesidad no es importante porque, como subraya, en el 80% de los casos provoca los factores que sí son determinantes para predecir el riesgo cardiovascular, como el colesterol, la tensión arterial o la diabetes. «Este trabajo demuestra que la obesidad en sí misma no interviene en la posibilidad de patología cardiaca, que lo hacen los factores clásicos», explica. «Esto ya se sospechaba, pero hasta ahora no se habían hecho estudios prospectivos».

«Hay que hacer una interpretación cuidadosa», dice uno de los autores

Otros factores

El especialista recalca que la obesidad sigue siendo un predictor válido en el caso de no disponer de análisis de sangre porque «indirectamente» indica que ocho de cada diez personas con este problema sufrirán también alguno de los otros factores de riesgo. Rubio apunta, no obstante, al concepto de obeso no metabólico, que es la definición que reciben aquellos obesos cuyos valores de colesterol, azúcar e hipertensión son absolutamente normales, sólo un 20% del total. Sin embargo, para el investigador del Centro de Investigación en Red de la Obesidad (CIBERobn) Javier Gómez Ambrosi, el concepto de «obeso metabólicamente sano» es algo que «hay que desmontar. No sólo está el riesgo de enfermedad cardiovascular, también sabemos que aumenta las posibilidades de sufrir distintos tipos de cáncer». Este especialista cree que el trabajo de The Lancet tiene una pega: no tener en cuenta otra medida de obesidad, el porcentaje de grasa corporal. Dos ensayos de su laboratorio de la Clínica Universidad de Navarra han demostrado que dicha medida sí ayuda a predecir las alteraciones cardiovasculares, aún más que el IMC. Gómez Ambrosi considera, así, que el estudio publicado hoy generará «mucha correspondencia», a pesar de que los propios autores subrayen «la importancia potencial de reducir la adiposidad» para la salud.