NUEVA YORK, 9 Mar. (Reuters/EP) – Las personas obesas podrían no tener una temperatura corporal más baja que las delgadas, según un estudio del National Institute of Child Health and Human Development (Estados Unidos), publicado en ‘American Journal of Clinical Nutrition’. Este trabajo contradice una teoría sobre la causa que podría llevar a algunas personas a ganar más peso que otras y que ha sido probada en animales. Esta teoría defiende que una temperatura corporal más baja podría suponer la existencia de menos calor para liberar, por lo que se estarían quemando menos calorías. Según el investigador Jack Yanovski, del National Institute of Child Health and Human Development, quien ha participado en este estudio, «la temperatura podría ser un marcador del ‘metabolismo lento’ que tienen algunas personas delgadas». Investigaciones anteriores habían descubierto que los ratones genéticamente alterados presentaban una temperatura corporal más baja, junto con un metabolismo más lento de lo normal y un mayor apetito. Sin embargo, Yanovski reconoce que su estudio no encontró evidencias de que esta fuera la causa en humanos. En un experimento de los realizados se comparó la temperatura corporal media de un grupo de adultos obesos con aquella de un grupo de hombres y mujeres más delgadas, 46 obesos y 35 adultos con peso normal o sobrepeso tragaron cápsulas que contenían sensores de temperatura sin cables para ver su temperatura durante 24 horas. De media, no se encontraron diferencias en las temperaturas de los dos grupos, situándose alrededor de los 36,9 grados centígrados. En otro experimento, las cápsulas se utilizaron para medir la temperatura en 19 pacientes obesos y 11 personas con peso normal durante 48 horas, mientras que los participantes mantenían un registro de sus actividades diarias. De nuevo, los dos grupos se mostraron, sin claras diferencias en las fluctuaciones de su temperatura corporal durante el día. Sin embargo, han visto que hay ciertas personas en las que una temperatura corporal más baja tiene impacto en su peso y estudios de personas con alteraciones en los genes que regulan la temperatura podrían ofrecer más pistas sobre si la temperatura corporal juega algún papel en el riesgo de obesidad, concluye.