Cómo saber si estoy comiendo realmente bien, equilibrado, de calidad…. Cualquier adjetivo me serviría para desarrollar la información de este post que os dejo. Los pacientes que acuden a sus revisiones en consulta después de operados descubren un mundo detrás del nombre común de los alimentos. Aprenden a clasificar los alimentos por grupos según el nutriente (carbohidrato, proteína, grasa…) que contenga en mayor proporción, por ejemplo: pan, pasta, arroz, cereales, maiz… son fuente de carbohidratos. Descubren que cada alimento no sólo contiene un nutriente, sino que son casi siempre varios (a excepción del aceite y el azúcar cuyo nutriente único es la grasa y la sacarosa respectivamente) los que conforman un alimento. Por ejemplo: las legumbres son fuente de proteínas (de 2ª calidad) aunque también llevan una cantidad significativa de carbohidrato, vitaminas, minerales y fibra. Reconocen las diferentes funciones de los nutrientes dentro del organismo, simplificando al máximo sería algo así como: la función energética la proporcionan los carbohidratos y las grasas, la función estructural la cubren las proteínas y las función reguladora la sustentan las vitaminas y los minerales. Se «asombran» (y digo asombran porque muchos vienen con creencias erróneas de que algunos alimentos engordan por sí solos y otro no) de que cada nutriente deba contribuir al aporte enérgetico total de la dieta diaria de una persona en una proporción distinta, es decir, los carbohidratos son «la gasolina» del cuerpo, por lo tanto, su aporte en la dieta diaria debería estar entorno al 50%, las grasa en segundo lugar debería contribuir en un 30% aproximadamente (en el caso de no haber obesidad) y las proteínas (que son como digo yo «el albañil» del cuerpo)  deberían estar presentes en la dieta diaria rondando el 12-15%. Y por último, estarían las vitaminas y los minerales cuya función es reguladora, son los «catalizadores», no llevan caloría alguna, por eso no engordan (creencia todavía errónea para muchos). Hacen falta en cantidades mínimas, del orden de 1000 hasta 1 millón de veces menos pero no por ello no importantes. Ya sabemos que existen muchas clases de dietas, buenas algunas que cumplen estos porcentajes de nutrientes, muchas malas que alteran casi al completo la proporción de los mismos, eliminando en el peor de los casos los carbohidratos (principal fuente de energía en el organismo) y con el consiguiente rebote de peso al introducir de nuevo los alimentos ricos en este nutriente. Obviamente si el organismo está «diseñado» para recibir todos los nutrientes distribuidos en todos los alimentos comestibles, cuando alguno falta en una proporción desmesurada durante un período de tiempo considerable se ven resultados desfavorecidos, desagradables e incluso perjudiciales para la salud.

Raquel Giner Nutricionista de IntraObes