La tendencia de algunas personas por rechazar alimentos nuevos (Neofobia), pudo haber sido una ventaja evolutiva en la prevención de las especies ante su exposición a alimentos potencialmente tóxicos, como frutas venenosas, hongos, o alimentos desconocidos. En los tiempos modernos este miedo por los alimentos nuevos ha perdido su función inicial y resulta perjudicial ya que empobrece nuestra dieta.
Ya desde el período de gestación y en la lactancia, se transmiten los nutrientes al feto o al bebé pasando a formar parte de la gama de gustos conocidos.
En mayor o menor grado, la neofobia puede afectar a casi todos los niños y puede darse en cualquier etapa de la vida. Ésta tiene dos momentos críticos. La primera coincide con el destete y la introducción de alimentos semisólidos y la segunda entre los dos y tres años, cuando el niño manifiesta sus gustos hacia el alimento.
Una actitud adecuada de los padres ante la comida, es esencial para que los niños aprendan a comer, pues el hecho de comer variado y equilibrado es una cuestión sobretodo de educación.
Si a un niño pequeño se le acostumbra a comer verdura, fruta y pescado (las tres estrellas del ranking de alimentos más evitados) cuando se haga adulto seguirá formando parte de su elección. En cambio, si se le acostumbra al sabor de fritos, de mayor nunca pedirá algo a la plancha porque no formará parte del repertorio de gustos conocidos.
Hay que tener en cuenta de qué manera se introducen los alimentos nuevos, pues la imposición de un alimento, no es la vía mas adecuada. Sí la constancia, la imaginación en la forma de cocinar, dejar que elijan en el menú de casa dentro de tu criterio, dejar que ayuden al realizar la compra del alimento que quieres introducir. También es importante el ejemplo que vean en casa, pues si ven que los padres comen de todo, les facilitas que puedan “copiar tal conducta”.
En cuanto a neofobia en la etapa adulta, puede ocurrir que no tengas interés por querer probar sabores nuevos y te hayas quedado anclado en algunos sabores típicos, como el sabor de ciertas carnes, salsas, etc. Esto hace crecer el desinterés por incorporar comidas diferentes o más elaboradas y  llevarte a no realizar una dieta variada y equilibrada.
Se puede ampliar la gama de sabores de la que estás acostumbrado ¿de qué manera? introduciendo poco a poco esos alimentos que consideras “prohibidos” tales como la fruta, verdura, pescado y demás.
Empieza a probar los nuevos alimentos de manera gradual. Hoy cocinado junto a esos otros alimentos que conoces y así poco a poco haz que formen parte de tu dieta habitual. Puedes también tomarlos fuera de la comida principal a modo de “cata”, así rompes un poco con la situación haciéndola como algo especial y diferente.
Tómatelo como un juego en el que vas a ampliar tu gama de sabores.

La actitud ante el cambio es crucial. Una actitud positiva de exploración del sentido del gusto, te puede llevar a una mayor gratificación que si pruebas nuevos alimentos como una obligación.
Dale una oportunidad a tu paladar para que conozca nuevos sabores!
Un saludo,
Isabel Rubió
Psicología Intraobes