En personas con sobrepeso y obesidad, la grasa se deposita en la sección media del cuerpo (abdomen y tórax) y puede provocar cambios perjudiciales en la función y el tamaño del corazón.
La enfermedad más prevalente en España es la obesidad. Y el sistema cardiovascular se ve significativamente afectado por la obesidad. Pero, ¿en qué medida cambia la forma del corazón en alguien que es obeso?
Disponemos de una exploración denominada ecocardiografía: se trata de una ecografía (por tanto es una exploración no invasiva) que mide no solo el tamaño y geometría del corazón, sino también su función. Un ecocardiograma mide cuánta sangre hay en el corazón, cuánta sale del corazón y cuánta queda en cada latido.
El estudio es sencillo: se trata de analizar la anatomía y función cardíacas antes de la cirugía y aproximadamente 1 año después, cuando el paciente ha perdido en torno al 75-80% del exceso de peso.
En el protocolo IntraObes realizamos la ecocardiografía preoperatoria en casos seleccionados: disnea a esfuerzos mínimos, disnea al acostarse (necesitan dormir con almohadas) y diabéticos-obesos de más de 50 años. También en aquellos casos que así lo indique el anestesiólogo, normalmente por hallazgos en el electrocardiograma preoperatorio o por antecedentes, como por ejemplo la toma de anticoagulantes por arritmias en grandes obesos (IMC>55-60).
En IntraObes tenemos controles ecocardiográficos preopertorios y al año sólo en 14 casos de casi 2000 operados, realizados habitualmente por el cardiólogo de forma previa a la retirada de medicación (sobre todo sintrón, que es el anticoagulante más usado). Hay varios trabajos a nivel mundial con series entre 40 y 120 casos sobre este tema. Este año, en el Congreso del Colegio Americano de Cirujanos 2017, el grupo de Cleveland Clinic presentó una serie de 51 casos.
Tanto en nuestra experiencia como en la de otros equipos, parece evidente que un año después de la cirugía bariátrica, la salud del corazón de los pacientes mejora de manera significativa.
Casi la mitad de los pacientes recuperan su forma o geometría natural, con una mejora significativa en el tamaño de los ventrículos.
En el trabajo de la Cleveland Clinic estas cámaras del corazón disminuyeron en tamaño en un 15,7 por ciento (tanto en la masa del músculo -masa del ventrículo izquierdo: 229 g antes de la cirugía, 193 g después de la cirugía-, como en el diámetro de la pared ventricular izquierda: 60,1 mm antes de la cirugía, 53.7mm después de la cirugía)
En los pacientes obesos, no solo la infiltración grasa sino –sobre todo- la sobrecarga a la que se ve sometido el ventrículo izquierdo, produce que el tamaño de las cámaras cardíacas (sobre todo ventrículos) se agrande y las paredes del corazón se vuelvan más gruesas, el flujo de sangre al corazón no sea tan bueno y la función del corazón se deteriore. De hecho, el corazón mismo no obtiene suficiente sangre, por lo que todo el cuerpo sufre porque hay menos sangre yendo a los pies, o al cerebro.
Lo que nos falta por conocer es cuántos años o grado de aumento y dilatación del corazón marcan el punto sin retorno del problema cardíaco del paciente. Parece claro que el algún momento los cambios no deben ser reversibles y que cuánto antes se trate más probable y más potente será el resultado, con un retorno incluso a la normalidad.
Espero que os haya parecido interesante.
 
Dr. Miguel Ángel Escartí
Cirujano Bariátrico y Metabólico